viernes, 15 de noviembre de 2013

LOS BIENES AJENOS

En el Libro lo dice bien claro: no desearás los bienes ajenos. Mi familia ha cumplido con el precepto durante más de cien generaciones. Así consta en los archivos que escondo en este castillo. También yo he obedecido.


Con esfuerzo y sagacidad, a veces con trampas, todo el oro del mundo es mío. Lo guardo en distintas cuevas recónditas, almacenes secretos y depósitos subterráneos. A nadie he de arrebatar nada más porque ya no queda ni un solo lingote que no haya pasado por mis manos.

El Libro es sagrado: a cuantos quieran arrebatarme mis riquezas les espera el fuego eterno del infierno.