lunes, 24 de noviembre de 2008

COLECTOR


Colector


Construimos un gran colector: hormigón, toneladas, y altos hierros en orden ascendente. Vino el pueblo y nosotros, los sacerdotes, consagramos todo el monumento. Unos traían viejas botellas con sus lágrimas antiguas. Otros, grandes toneles (quién sabe de dónde procedían sus negras aguas). La mayoría, frasquitos cotidianos y turbios que volcaban temblorosamente. A menudo, nos miraban con una mirada que no era tal, con una alegría que no soportaba el reflejo de aquellas aguas. Y el colector rebosó. Nadie discutió, nadie dijo una mala palabra: bien sabían que contribuían a una gran misión. Nunca más nuestro dios pasaría sed.

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