lunes, 25 de mayo de 2009

SIERRA DE SAN CRISTÓBAL, GRAZALEMA





A la aurora
Le entregamos estas casas,
Los quicios nos hablan
Con aromas de autobuses.

Y brotan a nuestro paso
Relojes de sol y la persistencia
De los manantiales.

La mañana se entretiene
Entre los pinos achacosos.
Hay filos como estrellas
Azules en los jazmines.

Zumba la espesa mañana
De agosto y las tejas
Ya comulgan con la cal
Y la hierbabuena.

Será la noche quien restituya
Las salamanquesas, y los niños,
Ahora en tribus de cazadores,
Sean ventisca para el pueblo.

Las nubes al San Cristóbal atenazan,
Montaña que esboza una sola curva
Quebrada de recuerdos.




TRONCOS EN UN CALLEJÓN DE PUEBLO





TRONCOS DEL CALLEJÓN DE UN PUEBLO

Dime que no somos sombras.
Habrías de conocer a todo aquel rebaño
De inocentes bienaventurados
Como tú.

Qué podríamos darte
Si somos como esos troncos abandonados
En los yermos callejones
Donde se acaban los pueblos.


Alguna vez vino una orquesta
Alguna vez se abrió la puerta de un garaje,
Los nidos de las golondrinas
Cuelgan, vacíos y sucios,
Mordiendo las cornisas.

Dime que no somos sombras.
Tú que eres buena y acaso eres
La maestra.
Alguna vez viniste en coche,
Diste marcha atrás,
Aplastaste toda esta hierba
Que nunca ha ardido.
¿Adónde te fuiste o también las mariposas
Han surgido de tus cuevas y tus lagos?

Dime que no somos sombras.
Y pega tus orejas
Al vientre de estos muros.
Acaso escuches una escuela,
Un zumbido de oraciones
En las aulas alicatadas
De mariposas ciegas
Y de voces grises.

Comprende a estos nómadas deshechos
En la cal eterna
De los viejos cementerios.

Por las ventanas de una casa
Puedes ver unos visillos.
Una casa vacía hace tiempo,
Unas habitaciones que todavía pregonan
Las migajas mansurronas
De vidas anteriores.

Las vidas que pasaron
Y sólo tuvieron manos
Resistentes y ásperas
Ásperas y resignadas
Envejecidas y mudas
Mudas y resistentes
Como troncos
Abandonados en un callejón
De pueblo.