El dragón Yunke cuenta su experiencia iniciática en el primer viaje de su vida por el mundo:
“He trabajado en proyectos ultrasecretos con los científicos más importantes de medio mundo. El último se había vuelto loco. Construyó una nave espacial y los dos nos dirigimos a la luna. El científico se llama Majarov y, año tras años, había logrado construir una base secreta en la cara oculta del satélite. Él la llamaba La Fábrica del Cosmos y estaba formada por retortas, vasos comunicantes, algunas puntillas, un tornillo y un tubo de escape. Era por este tubo de escape por donde salían uno planetitas cada vez que Majarov accionaba unas palancas. Unos planetitas iguales a la Tierra, pero mucho más pequeños, tan pequeños que sólo cabía un individuo. Un dragón, una vaca, una hormiga, un humano. Majarov decía que con su invento se acabarían las guerras y los conflictos. Pero aquello no me convenció y regresé a la tierra en el primer asteroide que pasó cerca”.
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