Las
ocas soportan sus alas de paraguas,
Viven
arracimadas en granjas abisales.
No
hay día
En
que alguna oca no cante un himno,
A
veces alguna llora sin consuelo.
Porque
las ocas viven cerca de un río
Y
hay bolsas viejas, depósitos oxidados
Y
altas mareas de leche que huelen a plutonio.
Las
ocas saben que les queda poco tiempo.
En
ciertos barcos cruzando el prado sucio
Los
eucaliptos vomitan su veneno
Y
las ocas tocan las cornetas
Y
preparan su plumaje a la muerte.
Hinchados
los hígados,
Las
ocas cantan
Una
oda de latas y restaurantes
Para
que todos los cuchillos
Atrapen
ese aire que se mueve,
Atrapen
la engañosa vibración
Que
hace sonreír, respirar, despertarse
A
los fantasmas que están vivos.
Las
ocas ya yacen sobre el plato
Y
huele la mañana a tostada
El
champán se avinagra en el viento
Porque
las patitas se lastiman con los brindis.
Benditos
sean los cantos guturales
De
las angelicales ocas inocentes,
Tantas
murieron en el tiempo,
Tantas como granos de arena
Que un santo contara una
tarde.
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