lunes, 10 de noviembre de 2008

LABERINTO


Laberinto

Salgo del ascensor y avanzo hacia mi cueva ( la tuya también si tú lo quieres). Reconozco el hilo que has dejado: bombillas mortecinas en los corredores; y, como no, el aliento de tu perfume.

Abro la puerta y meto las compras navideñas en mi apartamento. Te espero en el descansillo porque sé que, tarde o temprano, subirás por las escaleras. Necesito verte, hermosa y cansada, las piernas doloridas bajo las medias negras.

Llegas de madrugada y finges no verme. Ni siquiera “buenas noches”, pasas como una sombra.

A solas, de nuevo, sé que bramaré como un rumiante malherido.

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